No me gustan las niñas. Son mandonas, huelen raro y sólo
saben jugar a las casitas. Pero mamá pienso que debo relacionarme más con ellas.
El otro día mamá me obligó a ir al cumpleaños de Sofía. Me obliga a ir a todos
los cumples de las niñas de mi clase. Dice que Sofía es buena estudiante y que
debería parecerme más a ella.
Lo que pasa es que Sofía siempre está haciéndole la pelota a
la señorita Ana y por eso saca diez en todo. Es lo que repetí una y otra vez
cuando mamá dijo que íbamos al cumple de mi amiga Sofía.
Bueno, pues eso, me había puesto a hacer un super coche de
carreras con las piezas de Lego que me regaló el abuelo cuando mamá se presentó
en mi habitación y soltó la terrible noticia. No sé que me dolió más, si
perderme mi tarde de constructor o que se refiriese a ella como ¨tu amiga
Sofía¨.
Comencé a discutir con mamá, que se puso tan roja que a la
gata Nana se le erizaron los pelos del rabo, empezó a defenderme emitiendo un
ruedo extraño, no sé si escupía o le echaba maldiciones a mamá.
-No voy a ir y ya está- dije al fin serenamente mientras
intentaba encajar dos bloque triples.
-Vas a ir o te tiro todo Legoland- jopé, tenía que ir, me
había costado meses construir un barrio enterito.
-Está bien, pero no pienso jugar con ninguna niña-.
-Ya verás que te lo vas a pasar muy bien, tonto- eso lo dice
porque no tiene que aguantar que Sofía se ría de ella con el resto de las niñas.
Mamá comenzó enseguida a sacar ropa del armario, quiere que
me vista como cuando vamos a cenar a casa de la abuela en navidades. A mí me
parece ropa demasiado elegante para un cumpleaños.
Sofía vive dos edificios más arriba en la misma calle,
cuando entramos en el ascensor nos encontramos con Cloe y su abuela. Cloe es mi
vecina del quinto, va a un curso menos en mi escuela y vive con sus abuelos en
el segundo. Nunca la había visto con un vestido, está cubierta de flores y
lleva un enorme lazo en la cabeza, parece tan contenta como yo de ir a la
fiesta.
Cuando llegamos al cumpleaños , mamá no hace más que
admirar la casa de la mamá de Sofía y me obliga a darle un regalo diciendo que
lo he elegido yo. No tengo ni idea de lo que es. Cuando la pelota rompe el
papel veo que es un jersey de Hello Kitty. Al parecer tengo buen gusto.
Nos sentamos en el salón a una gran mesa donde la mamá de
Sofía ha colocado como una obra de arte un montón de dulces para merendar, cojo
uno muy grande de nata y me lo llevo a la boca pero, Sofía me da en el codo y
me mancho, la nata me llega hasta la nariz. Todas las niñas se ríen menos Cloe,
que me pasa una servilleta de papel para que me limpie.
Cloe no es como las demás niñas, no tiene padres, vive con
sus abuelos y juega al fútbol con los niños porque se aburre jugando a las
casitas.
Me levanto y me voy hacia el sofá, que es tan alto que al
sentarme no llego al suelo con los pies, parece un Sofá para gigantes. Cloe se
acerca hasta mí con sigilo y me muestra lo que tiene escondido en una de sus
manos, unas pequeñas velas de broma para cumpleaños. Nos escabullimos entre los
mayores hasta la cocina, donde algunas madres hablan de la nueva y joven novia
del papá de Sofía. Cloe cambia las velas de la tarta sin que nadie se percate,
volvemos a salir sin que ninguna de las madres nos preste atención y nos
sentamos de nuevo en el sofá para gigantes esperando que llegue la hora del
pastel.
Sofía ya no tiene interés en reírse de nosotros, está
entretenida en presumir de los regalos delante de las demás niñas. La puerta de la cocina se abre y aparece la mamá de Sofía
con la tarta y las velas que ya están encendidas. Todos comienzan a cantar el
cumpleaños feliz y mi madre me da un codazo, pero yo no canto en público.
Cuando Sofía comienza a soplar las velas, éstas no se
apagan.
-Vamos cariño, con fuerza. Si no el deseo no se cumple- le
dice su madre mientras sostiene entusiasmada la cámara de fotos que está
grabando.
Pero por mucho que Sofía sopla las velas no se apagan y
comienza a ponerse morada, ya hasta la madre está soplando con fuerza. No puedo
aguantarme la risa.
Sofía estalla y con una rabieta enorme coge un pedazo de
tarta y nos lo lanza a Cloe y a mí que ya estamos riendo a carcajadas. La tarta
le da a mamá en un hombro que se levanta y me agarra de la camisa.
-Levanta, no puedo ir contigo a ninguna parte-.
Mamá se disculpa con la mamá de Sofía por haberle estropeado
la tarta y el cumpleaños, yo le digo que ha sido ella la que ha destrozado el
pastel.
-Calla- me grita mamá – que me tienes contenta- y me coge de
la muñeca para irnos.
La abuela de Cloe se disculpa y salen detrás de nosotros.
No me importa que me echen las culpas de todos, ha sido muy
divertido. Cuando llegamos a la planta baja, Cloe me da un beso en la cara y
sale corriendo del ascensor detrás de su abuela. Mamá se ríe, noto como me
pongo rojo, la cara me arde, pero mamá ya no está enfadada, parece que está
contenta de que me lleve bien con una niña.
Cloe es la única niña que mola.
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